Vecinos de El Tigre II se unen para defender su bosque
El Ayuntamiento de Zapopan derribó por lo menos 300 árboles para urbanizar el área. Los vecinos acusan a las autoridades de delitos ambientales por el ecocidio.
Los vecinos de la colonia El Tigre II están indignados. Por su cabeza pasan tanto sospechas de corrupción y negligencia como ideas para impedir a cualquier costo que el Ayuntamiento de Zapopan continúe con la deforestación del bosque que lleva el mismo nombre.
Ayer tuvieron su asamblea vecinal a unos metros del lugar donde todavía hace mes y medio había, según sus cálculos, por lo menos tres centenares de viejos árboles que las autoridades municipal y estatal derribaron para urbanizar.
Entre sus manos tenían volantes de denuncia, súplica y amenaza: “Queremos bosques urbanos en Zapopan. Únete a la defensa del bosque de El Tigre II”, es una de las frases impresas junto con argumentos legales que tienen para defender la zona.
Quieren castigo, explicaciones y reparación del daño, aunque es irreversible. Ya consiguieron parar el derribo de más especies, pero todavía no la garantía de que será respetado como una de las pocas zonas boscosas que quedan en la ciudad, y que puede ser rescatada por ser propiedad municipal y no privada.
El 18 de mayo pasado, el Ayuntamiento de Zapopan, que preside Arturo Zamora Jiménez, comenzó la deforestación de El Tigre II porque pretende reubicar ahí a las familias de Nextipac, zona donde en julio de 2004 apareció una grieta en el suelo de 1.7 kilómetros de largo que se tragó a dos vacas y un bombero.
Los colonos de El Tigre II comprenden que las 140 familias perjudicadas en Nextipac requieren un terreno para sus nuevas casas, pero no el por qué en una zona boscosa, sin consenso y sin estudio de impacto ambiental.
Hay más incongruencias que detectan en las acciones de las autoridades municipales y del gobierno del estado, que participa con recursos para la obra y con el trabajo de la Secretaría de Desarrollo Urbano.
¿Si fueron 140 las familias desalojadas de Nextipac, por qué la intención es hacer más de 250 viviendas?, ¿por qué si la colonia El Tigre II ni siquiera ha sido regularizada por el ayuntamiento ni cubierta en todos los servicios públicos, quieren meter por lo menos mil personas más?
¿Por qué quieren construir un colector que beneficiaría al punto más residencial de la zona?, ¿por qué llega gente a preguntarles frecuentemente en dónde será construido un fraccionamiento residencial?
Las sospechas son muchas, las pruebas pocas. Algunos piensan que la verdadera intención es no sólo urbanizar cinco hectáreas, sino muchas más que resultarían un jugoso negocio para “alguien”. Otros, que ya está apalabrado el beneficio para Miguel Aldana, propietario de más de cien hectáreas de posible desarrollo residencial.
Se organizan
Los vecinos hicieron el 9 de junio pasado una manifestación en la carretera a Tesistán con la que consiguieron detener por unos días la obra, pero creen que necesitarán más acciones de resistencia.
Fueron alrededor de cien los que discutieron ayer y trataron de llegar a acuerdos con una de las líderes vecinales, Balbina Martínez, a quien acusaron de autorizar, junto con su esposo, Francisco Javier Mota, la construcción de las viviendas. Martínez lo negó y pidió pruebas.
La división en la mesa directiva fue evidente y también la posibilidad de que en las próximas asambleas haya cambio de presidente de colonos.
En los volantes aseguran que los funcionarios que aprobaron la urbanización violaron el Código Penal Federal, entre otras leyes ambientales.
Harán calcomanías para difundir la defensa del bosque y esperan que la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente y la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, ambas federales, atiendan las denuncias que ya pusieron en contra del Ayuntamiento de Zapopan.
“No nos vamos a dejar, vamos a ser todo por vía legal y pacífica para defendernos”, afirmó Sergio Valencia Vega, vecino de El Tigre II.
Un paisaje incompleto
La postal está incompleta. El bosque de El Tigre tiene una mancha café, casi plana y con rastros de una dolorosa deforestación. Hay pedazos muertos de naturaleza que no se pudieron ocultar en medio de cientos de hectáreas boscosas que integran un paisaje difícil de ver dentro de la zona metropolitana.
Es un cementerio de enormes raíces de encinos, de algunos intentos de árboles trasplantados que ya terminaron en el suelo, pelones y sin posibilidad de revivir.
Un grupo de 50 niños, adolescentes y adultos, fueron a la sección de El Tigre II a tratar de empezar con la recuperación forestal. Encabezados por Luis Humberto Campos Tamayo, secretario estatal de Ecología y Medio Ambiente del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), recogieron llantas, bolsas de plástico y cualquier basura que encontraron para poder plantar cerca de cien arbolitos que compraron los vecinos.
Las acciones del PVEM no quedarán ahí, dijo Campos Tamayo, llegarán hasta el Ministerio Público, la Profepa y la Semarnat, para buscar castigo penal y administrativo para los directores zapopanos de Ecología, Carlos de Alba Góngora, y de Parques y Jardines, Ramón Reyes García, quienes habrían autorizado la tala y “trasplante” de los árboles. Hoy o mañana comenzarán con las acciones legales en su contra.
Publicado por Alicia Calderón-Grupo MILENIO/Julio 4, 2005
<< Home